El tema de la transformación digital es cada vez más alarmante en el panorama de las startups. Por ejemplo, la secretaría de Estado predice que una de cada cinco empresas desaparecerá en los próximos tres años si no aprovecha esta oportunidad.
Al mismo tiempo, las nuevas medidas relativas a la DPM, los temores relacionados con la ciberseguridad y también los avances en términos de inteligencia artificial, además de otras vías de desarrollo tecnológico, hacen que la cuestión del desarrollo digital sea cada vez más urgente. Especialmente para las PYMES, que eclipsan fácilmente a las más grandes, siendo la principal palanca de la economía. Como recordatorio, representan el 99,8% de las empresas francesas*.
Según un informe de BPI, el 47% de los directivos de pymes y ETI cree que el impacto de la tecnología digital en su negocio será insignificante en los próximos cinco años, el 61% hace poco o ningún uso de los datos de ventas y de relación con los clientes, y el 87% no hace de la transformación digital una prioridad estratégica para sus empresas.
En primer lugar, la transformación digital no significa simplemente la creación de nuevas herramientas y procesos. Es la integración de lo digital en el modelo de negocio y en el sistema de creación de valor.
Se trata de una transformación global y radical de la lógica de la empresa, que se basa en tres ejes:
Así pues, la tecnología es sólo el soporte de esta nueva visión que hay que aplicar.
De hecho, la mayoría de los directivos confunden la definición y acaban tomando medidas de digitalización que no tienen necesariamente un gran valor añadido para la empresa.
Muchos directivos creen que esta "tendencia" no es más que una limitación de imagen y una nueva moda en la comunicación, en lugar de verla como lo que realmente es: ¡una oportunidad!
El primer elemento crucial a tener en cuenta es el factor humano. En efecto, una empresa que aún no se ha embarcado en la ola de la transformación digital cuenta necesariamente con personal tradicional, no formado para seguir procesos nuevos y radicalmente diferentes. En este sentido, tiene sentido ofrecer una formación al personal que le introduzca en las nuevas funcionalidades que se están implementando, a nivel puramente técnico. Pero también para que se familiaricen con la nueva visión.
Sin embargo, esto no quiere decir que el personal que no es competente en informática, programación u otras áreas sea un cuello de botella para la nueva ola y deba ser sustituido.
Sin embargo, es necesario invertir en formación. Pero al mismo tiempo hay que introducir el cambio gradualmente en el tiempo. Para que los empleados puedan seguir los nuevos procesos y acostumbrarse a ellos.
Por último, la aplicación de herramientas ergonómicas e intuitivas puede facilitar y suavizar la transición, en lugar de optar por soluciones no accesibles.
Es necesario realizar un diagnóstico general de los procesos de la empresa, la visión, el valor añadido creado y, por último, los objetivos a largo plazo, antes de determinar una estrategia digital.
El objetivo es definir los puntos cruciales de la organización en los que la introducción de lo digital tendrá un impacto fuerte y tangible.
En esta fase, un punto de referencia es el primer reflejo. Explorar las tendencias del mercado y de la competencia puede aclarar la visión de la empresa.
Una vez establecida la estrategia, el siguiente paso es poner en marcha las herramientas, para ponerla en práctica. La empresa puede optar por crear sus propias soluciones, subcontratar la creación o adoptar soluciones existentes que satisfagan sus necesidades.
Por lo general, la primera opción sólo está disponible para las empresas que ya tienen conocimientos de informática y programación. Esto deja las otras dos opciones.
Subcontratar la creación de una solución ad hoc puede ser una buena idea para una empresa con necesidades muy específicas y precisas. Necesidades que aún no están cubiertas por el mercado actual. Sin embargo, esta opción es especialmente cara y puede requerir mucho tiempo.
Sin embargo, hoy en día existen varias empresas que ofrecen herramientas digitales, sistemas informáticos, ERP, etc. Se trata de soluciones que ya existen y que a veces responden a necesidades polivalentes, y otras a necesidades específicas según las prácticas.
Esta opción es la más práctica por ser comparativamente barata, accesible e inmediata. Pero la elección puede ser muy delicada.
Así, la empresa puede proceder por sectores. Es decir, explorar las soluciones empresariales propuestas para los actores que operan en un sector concreto. De este modo, puede asegurarse de que la solución se adapte a su caso concreto, lo que significa que no necesitará productos accesorios para satisfacer sus necesidades.